ESPAÑA

Nuestra labor es difícil y dura… Se trata de acompañar a las personas que emocionalmente se sienten paralizadas y desmotivadas, con el fin de ayudarlas a recuperar la ilusión y ganas de vivir.

Tratamos de ayudarles a resolver sus problemas desde la acogida, la información y la orientación, y a la vez,  creando un entorno agradable donde se sientan protegidas y respetadas.

A lo largo de nuestra trayectoria hemos logrado ser su único referente para lograr su reinserción social. Un camino que se inicia con la recuperación de su autoestima y dignidad humana que perdieron por diversas causas. Una renuncia que cuesta mucho tiempo recuperar… pero que es fundamental para acceder de nuevo, al mundo laboral.

A veces, parece que no podemos hacer nada, pero para ellas, cualquier gesto, cualquier palabra, significa mucho.  Sin duda, lo es Todo.”

(Equipo psicosocial de la Casa Nazareth)

PERU

Todo empezó cuando vimos casualmente, que enfrente de nuestra casa,  un parque  era el cobijo de una madre y su pequeña… La mujer apenas podía mantener a  su hija, una niña que todavía no contaría 4 añitos de edad… Desde ese momento supimos que teníamos que hacer algo. Esta niña nos condujo de nuevo, a Nazareth…

 Así fue el inicio de lo que hoy conocemos como Casa Hogar Nazareth,  que aún hoy, perdura, a pesar de las dificultades diarias con las que nos hemos ido encontrando a lo largo de estos años, pero cuyo resultado nos reconforta el corazón…

 Después de esta primera niña fueron llegando más y  más desde distintos puntos periféricos de Lima… incluso nos derivaban niñas otras entidades sociales y religiosas.

Esta Casa de acogida se convirtió en la esperanza de muchas niñas que hasta entonces no conocían lo que era tener una familia y un hogar, un lugar digno donde vivir. El camino no fue  nunca fácil, ya que nos encontrábamos atendiendo y cuidando a niñas con graves carencias físicas y emocionales de todo tipo.

Pero aprendimos a curar sus heridas con gran cariño y afecto, y poco a poco conseguimos recuperar su alegría brindándoles lo que no habían conocido hasta ese momento: una gran familia. Hoy, miro atrás y siento una gran satisfacción de ver continuar una obra que sigue sostenida por las manos de Dios”.

 (Hermana Mª Jesús)

MÉXICO

Esta Misión la venimos realizando juntos, el Club Rotary Celaya y las Hermanas Josefinas de la Santísima Trinidad. Hoy, miramos con la perspectiva que nos dan más de 25  años de recorrido,  desde que empezamos a construir el Centro, piedra  a piedra, hasta su inauguración en 1990…  y miles de imágenes se agolpan en nuestra memoria…

Desde entonces y hasta ahora,  vivimos con esperanza y optimismo una gran Obra que sigue creciendo, a pesar de todas las dificultades, que en  multitud de ocasiones, hemos experimentado… pero, quizás sean éstas, las que nos han empujado a seguir trabajando  con más ilusión por una infancia  que se encuentra absolutamente indefensa.

Desde 1994 en que el Centro Nutricional comenzó a funcionar ya han pasado por nuestra Casa,   cientos de niños y niñas con graves deficiencias físicas como la desnutrición y otras, más invisibles, como los daños emocionales producidas por el maltrato infantil del cual han sido víctimas  muchos de estos pequeños…

Porque detrás de cada niño, hay una huella visible que nos recuerda que estamos en un camino infinito de esperanza y progreso humano.”

HONDURAS

Al comedor infantil S. José, llegan al día de 60 a 70 niños y niñas, también preadolescentes, con una situación personal difícil, sin arraigo familiar,  y con alto grado de vulnerabilidad social.

Vivimos en una colonia: La Travesía, ubicada en la periferia de Tegucigalpa. Los niños que llegan a nuestro comedor pertenecen a esta zona y otras aledañas ya que sus hogares están abatidos por la pobreza.

 Estos hogares son la expresión  de la desigualdad e injusticia de un país devastado por  todas las  posibles expresiones de pobreza: desnutrición infantil, viviendas precarias, falta de servicios sanitarios…

Pero en medio de esta situación, que puede ser desesperante y desesperanzada, la alegría, la sencillez, el agradecimiento de los niños y jóvenes, así como de sus familias, me hacen creer que otra realidad es posible. 

Somos tres Hermanas y todas estamos implicadas en esta misión… acogiendo a los niños al llegar, dándoles formación, instruyéndoles en habilidades sociales, impartiendo talleres con los chicos y sus madres, buscando recursos para sostener este proyecto… y sobretodo, haciendo del Comedor una gran familia, al estilo de Jesús, María y José.

Son muchas las necesidades (alimentación, ayuda en los estudios, acompañamiento de situaciones especiales) y nos sentimos agradecidas por poder ser instrumentos para la canalización de la solidaridad de muchas personas en todo el mundo, que son sensibles a estas situaciones de extrema pobreza y miseria. Gracias a todos los que hacen posible esta realidad.”

(Hermana Belén Peña)